domingo, 27 de mayo de 2007

Babel Siglo XXI




El comienzo del video muestra una bizarra parodia de una posible conversación actual entre Sócrates y Platón. Sócrates pidiendo que le diga oralmente el número de teléfono y Platón sugiriendo que es mejor anotarlo. Claro, yo, actor real de este acercamiento a la chica, no confío en mi memoria más que en la cámara digital que guarda toda la escena incluyendo el número telefónico. Esto destruye el romanticismo ficticio de la oralidad que solo ha sido captada por otro dispositivo técnico. Transformándolo todo en un absurdo. Diferente hubiera sido haberme entregado un papel con su número escrito a puño y letra, con su aura impresa.


El audio de fondo contiene un ruido ascendente que no se distingue hasta la toma de la boca del subte. Ese ruido, que es una guitarra distorsionada, es una metáfora del caos o del abismo que se genera entre las personas por los dispositivos electrónicos de última generación. Bien pudo haber sido también el ruido que emite la computadora al conectarse por módem a la Internet. Queda instalada desde aquí la paradoja de cómo la tecnología nos conecta pero a su vez nos separa.


Volvamos a la imagen. La toma de la boca del subte, decenas de personas descendiendo a cuevas subterráneas para meterse en el vientre de un enorme gusano de hierro que los escupirá a sus puestos de trabajo. Típicas oficinas llenas de computadoras donde las personas mutan a operarios, con la mirada perdida en la faz de un tuvo de rayos catódicos. Sus digitaciones continuas crean un ruido blanco en el ambiente del que ni siquiera son conscientes por haber levantado muros invisibles con sus reproductores de mp3 que los aísla hasta de sus vecinos de PC. La voz de Cerati repite: “no necesito verte”.


Pasemos ahora al tiempo del ocio. La televisión por cable presenta una amplia gama de entretenimiento. La TV por cable no discrimina clases sociales, el que no puede pagar se “cuelga”, el que puede contrata el servicio, y el que tiene y puede contrata TV satelital sin escatimar costos. Luego el video nos muestra un pasaje como de duermevela a algún paisaje más virgen. Tres fotos del norte argentino que podría ser cualquier región marginal en donde la tecnología no ha encontrado una demanda firme. La primer foto es la de una estación de tren abandonada, la segunda refuerza a la primera mostrándonos las vías muertas. Abandonados a su suerte luego de haber sido exprimidos, estos pueblos remiten a aquel Macondo de Gabriel García Márquez. Un huracán arrasó a estos jardines. Los convirtió en museos y pueblos antropológicos para turistas curiosos de verano que llegan con cámaras digitales y pagan en moneda extranjera. Como se puede ver en la tercer foto, un cartel invita a comer platos regionales y naturales pudiendo pagar con tarjeta de crédito. El cartel está escrito en forma artesanal en español e inglés. Detrás hay una calle empedrada con algún buen auto estacionado pero desolada. De lado a lado cuelgan guirnaldas tristes, restos de un carnaval reciente, y cables instalados sin la menor intensión de salvar la estética rústica y original del lugar.


La imagen estalla y nos devuelve a la ciudad. Una gran antena que llega hasta el cielo. Una torre de Babel que burla el castigo de Dios de la incomunicación. El cielo y la tierra se confunden. No reconocen límites ni dejan percibir un horizonte. El sol cae sin importarnos que allí está, o lo que es peor: si mañana volverá a salir.

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